martes, 6 de abril de 2010

Mitología Japonesa: el mito de la Creación

La mitología japonesa nos cuenta que los antiguos dioses mandaron a dos criaturas divinas, Izanagi e Izanami, macho y hembra respectivamente, al mundo, sumido el el caos, para que le dieran orden y lógica. Con su poder divino, izanagi e izanami separaron tierra, aire y agua, dieron vida a multitud de criaturas, seres vivos, árboles, y los colocaron a cada uno en su hábitat.



Ambos, enamorados, viveron felices viendo su maravillosa creación. Izanagi iba a cazar cada día, mientras Izanami se quedaba en su hogar, observando a las criaturas y la belleza de la naturaleza.



Un dia, Izanami le contó a su marido su inquietud: ella veía cómo todos los seres que ellos habían creado daban su fruto, así que ella también quería aportar al mundo sus propios retoños. Así que se pusieron manos a la obra.

Cuando Izanami dio a luz, nacieron las islas que componen japón, así como los Kami, unas deidades o espíritus de diverso poder, desde el gran kami de los ríos o de la montaña hasta el pequeño y travieso kami de la teja. El gran problema fue el último de los kami: el del fuego. Al nacer, provocó grandes quemaduras a su madre, lo que le provocó a ella la muerte. Angustiado, y preso del dolor, Izanagi mató al kami del fuego, razón por la cual este elemento es tan peligroso y descontrolado.

Izanagi se lamentó de la muerte de Izanami y emprendió un viaje a Yomi o "la tenebrosa tierra de los muertos". Izanagi encontró muy poca diferencia entre Yomi y el mundo terrenal, excepto por la oscuridad eterna. Sin embargo, esta oscuridad sofocante fue suficiente para provocarle dolor en ausencia de la luz y la vida en la tierra de arriba. Rápidamente busco a Izanami y la encontró. En un principio Izanagi no pudo verla por completo debido a que las sombras ocultaban su apariencia. Sin embargo él le pidió a ella que regresara con él. Izanami le escupió, indicándole a Izanagi que ya era demasiado tarde. Ella ya había probado el alimento del inframundo y ahora ya era una con la tierra de los muertos. Ella no podría regresar más a la vida.

Izanagi se quedó impactado por estas noticias, pero aun así renunció a ceder antes los deseos de Izanami de quedarse en la oscuridad de Yomi. Izanami aceptó volver al mundo superior, pero antes le pidió a Izanagi que le dejara tiempo para dormir y que no entrara en su dormitorio. Mientras que Izanami dormía, él tomó el peine que sostenía su largo cabello y lo encendió como una antorcha. Bajo la repentina explosión de luz, él vio la horrible forma de la una vez hermosa y agraciada Izanami. Ahora ella era una forma de carne en descomposición con gusanos y criaturas asquerosas que se deslizaban sobre su cuerpo destrozado.

Gritando ruidosamente, Izanagi no tuvo control sobre su miedo y comenzó a correr, intentando volver a la vida y abandonando a su esposa muerta. Izanami se despertó chillando indignada y lo persiguió. Shikomes salvajes o las mujeres asquerosas también persiguieron al asustado Izanagi, guiadas por Izanami para atraparlo. Pensando rápidamente, Izanagi lanzó su gorro, el cual se convirtió en un racimo de uvas negras. Las shikome tropezaron con éstas pero continuaron su búsqueda. Después, Izanagi lanzó su peine, que se convirtió en un grupo de brotes de bambú. Ahora eran las criaturas de Yomi quienes comenzaron a perseguirlo, pero Izanagi orinó en un árbol, creando un gran río que aumentó su aplomo. Desafortunadamente, todavía persiguieron a Izanagi, forzándolo a lanzar melocotones sobre ellos. Él sabía que esto no los retrasaría por mucho tiempo, pero él ya estaba casi libre, porque los límites de Yomi ahora estaban más cerca.



Izanagi llegó rápidamente a la entrada y empujo un canto rodado en la boca de la caverna, la cual era la entrada a Yomi. Izanami gritó detrás de esta impenetrable barricada y le dijo a Izanagi que si él no la dejaba salir ella destruiría a 1.000 residentes vivos cada día. Él furiosamente le contestó que entonces el daría vida a 1.500.

Y de esta manera comenzó la existencia de la muerte, causada por las manos de la orgullosa Izanami, la esposa abandonada de Izanagi.

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